Lo que los operadores deben saber
A principios de abril de 2025, la guerra comercial mundial se intensificó bruscamente con una nueva oleada de aranceles recíprocos entre las principales potencias económicas. Estados Unidos desencadenó esta ronda anunciando aranceles sin precedentes dirigidos tanto a aliados como a rivales, lo que provocó rápidas respuestas de China y otros países.
Estos rápidos acontecimientos sacudieron los mercados financieros mundiales. Los índices bursátiles, los precios de las materias primas y las divisas fluctuaron salvajemente con cada anuncio. A continuación se presenta una cronología detallada de los acontecimientos del 1 al 15 de abril, seguida de un análisis de las repercusiones en los mercados, los motivos de las políticas y las advertencias basadas en las opiniones de expertos e instituciones internacionales.
La última escalada de la guerra comercial: cronología de los acontecimientos
2 de abril de 2025
Estados Unidos lanza un ataque arancelario integral:
El presidente estadounidense Donald Trump anunció la imposición de aranceles «recíprocos» a la mayoría de los países del mundo, con un tipo mínimo del 10%. Los nuevos aranceles incluían un gravamen del 25% sobre las importaciones europeas de automóviles, acero y aluminio, y del 20% sobre casi todos los demás bienes procedentes de la Unión Europea, junto con un 26% sobre las importaciones indias y de otros países.
La administración describió esta medida como un medio para proteger las industrias estadounidenses y lograr la «equidad» en el comercio. La decisión causó una conmoción generalizada, ya que el Secretario del Tesoro estadounidense declaró que los socios comerciales -incluidos los aliados- no habían hecho suficientes concesiones, lo que llevó a esta acción unilateral destinada a ganar peso en la negociación. A escala nacional, los primeros datos de abril mostraron una creciente presión sobre los consumidores y las industrias estadounidenses que dependen de los insumos importados. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, advirtió de que estos aranceles estadounidenses impondrían «fuertes costes a los consumidores y a las empresas dentro de Estados Unidos» e infligirían importantes daños a la economía mundial.
4 de abril de 2025
China responde con la misma moneda:
La República Popular China se convirtió en el primer país en tomar represalias directas contra los nuevos aranceles de Trump. Este viernes, Pekín impuso un arancel del 34% a todos los productos estadounidenses, junto con restricciones estrictas a la exportación de metales estratégicos de tierras raras a Estados Unidos. Esta respuesta china se consideró una «represalia» y una escalada significativa, que superó las expectativas tanto en alcance como en intensidad. Funcionarios chinos describieron los aranceles estadounidenses como un «acto de intimidación unilateral», subrayando que China no toleraría violaciones de su soberanía e intereses de desarrollo. Los mercados financieros percibieron inmediatamente el peligro, y las bolsas mundiales experimentaron el pánico, con los inversores cada vez más preocupados por la posibilidad de que las dos mayores economías del mundo se deslizaran hacia una guerra comercial a gran escala.
5 de abril de 2025
Entran en vigor los aranceles estadounidenses en todo el mundo:
En esta fecha, entraron en vigor los amplios aranceles estadounidenses del 10% sobre la mayoría de las importaciones de países de todo el mundo. A pesar de las objeciones de los aliados, Washington siguió adelante con la aplicación de estos amplios aranceles.
Los mercados emergentes, sobre todo en la región Asia-Pacífico, experimentaron una gran agitación, ya que sus economías -muy expuestas a la demanda estadounidense- eran especialmente vulnerables a estos aranceles. Sin embargo, documentos de la Casa Blanca revelaron que podían concederse exenciones temporales a determinados socios. La orden de Trump incluía un periodo de gracia de 90 días para los países que adoptaran medidas «concretas» para corregir los desequilibrios comerciales con Estados Unidos. Muchos aliados aprovecharon esta oportunidad para negociar; países como Indonesia y Taiwán anunciaron que no tomarían represalias con medidas similares, sino que se ceñirían a soluciones diplomáticas, mientras que India buscó rápidamente un pronto acuerdo con Washington para evitar una escalada.
De hecho, India confirmó que no impondría contraaranceles a las importaciones estadounidenses, gravadas con un 26%, citando las negociaciones en curso encaminadas a alcanzar un acuerdo comercial para otoño de 2025. El gobierno indio, dirigido por Narendra Modi, también tomó medidas para ganarse el favor de Washington, como la reducción de los aranceles sobre las motocicletas de lujo y el bourbon estadounidenses, y la eliminación del impuesto sobre los servicios digitales, dirigido a las principales empresas tecnológicas de Estados Unidos.
7 de abril de 2025
Nuevas amenazas y esfuerzos europeos de desescalada:
Tras un fin de semana repleto de declaraciones, Trump salió el lunes 7 de abril agitando otra carta de influencia. Amenazó con imponer aranceles adicionales del 50% a China si no daba marcha atrás inmediatamente en sus últimos aranceles de represalia.
Esta advertencia pública siguió a una reunión a puerta cerrada en la Casa Blanca en la que el equipo económico de Trump evaluó la falta de señales de desescalada por parte de Pekín. Mientras tanto, Europa intensificó sus esfuerzos diplomáticos para evitar una mayor expansión del conflicto.
En Bruselas, la presidenta de la Comisión, von der Leyen, declaró que la Unión Europea estaba dispuesta a negociar con Washington, ofreciendo incluso una iniciativa de «cero por cero» para eliminar todos los aranceles recíprocos sobre bienes industriales. Confirmó que esta oferta seguía sobre la mesa, pero estaba condicionada a que Estados Unidos diera un paso atrás en la escalada. También destacó que la UE estaba dispuesta a tomar contramedidas para defender sus intereses si fracasaban las negociaciones, incluida la protección de Europa frente a los efectos secundarios del cambio de las rutas comerciales mundiales.
Al mismo tiempo, los ministros de Comercio de la UE acordaron dar prioridad al diálogo con Washington frente a las represalias inmediatas, en un intento de contener la crisis. En medio de estos esfuerzos, los indicadores bursátiles, incluidos los de Wall Street, fluctuaban con cada nueva filtración o declaración, mientras los inversores esperaban cualquier señal de avance en las negociaciones entre Estados Unidos y sus socios.
8 y 9 de abril de 2025
Escalada sin precedentes de los aranceles estadounidenses:
En la noche del 8 de abril, ante la falta de señales de desescalada por parte de Pekín, Trump cumplió su amenaza y volvió a aumentar los aranceles sobre las importaciones chinas. De forma sorpresiva, Washington añadió 50 puntos porcentuales a sus aranceles sobre China, con lo que el tipo arancelario acumulado sobre los productos chinos ascendió al 104% a partir del 9 de abril.
La Casa Blanca confirmó que este aumento sustancial se mantendría «hasta que China alcance un acuerdo comercial justo» con Estados Unidos. Esta escalada fue una respuesta directa a la negativa de China a reducir su arancel del 34% sobre los productos estadounidenses.
Al mismo tiempo, la administración estadounidense dio a conocer una doble estrategia: intensificar la presión sobre China y, al mismo tiempo, suspender temporalmente durante 90 días algunos de los nuevos aranceles sobre una serie de países aliados. Esto proporcionó a socios como la Unión Europea, Canadá y México la oportunidad de negociar durante este periodo de gracia en lugar de entrar inmediatamente en una confrontación comercial.
Esta medida contribuyó a una relativa calma en los mercados respecto a los aliados de Estados Unidos, pero aisló aún más a China económicamente. En respuesta, el Ministerio de Finanzas chino anunció en la mañana del 9 de abril que elevaría los aranceles adicionales sobre los productos estadounidenses hasta el 84%.
Los funcionarios chinos describieron esta decisión como defensiva y de represalia en respuesta a la última subida arancelaria de Estados Unidos. Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino subrayó que China «seguiría adoptando medidas decisivas y eficaces para proteger sus derechos e intereses legítimos», e insistió en que China no sucumbiría a presiones o amenazas externas.
A medida que estas subidas arancelarias se intercambiaban rápidamente, los mercados mundiales se sumían en una fuerte volatilidad, y el Promedio Industrial Dow Jones perdió más de 5 billones de dólares en valor bursátil en dos días debido al pánico desencadenado por estos acontecimientos.
10 de abril de 2025
Consolidación de la posición estadounidense y alivio parcial de algunos aranceles:
El 10 de abril, la administración estadounidense aclaró los detalles de la nueva estructura arancelaria. La Casa Blanca confirmó a través de la CNBC que el tipo arancelario acumulado sobre China había alcanzado en realidad el 145% tras el último aumento.
Esta cifra incluye un nuevo arancel del 125% sobre los productos chinos, además del arancel anterior del 20% impuesto a principios de año en respuesta a la crisis del fentanilo.
Así pues, los aranceles estadounidenses sobre todas las importaciones chinas alcanzaron un nivel sin precedentes. Al mismo tiempo, Washington intentó mitigar algunos de los efectos negativos sobre los consumidores estadounidenses y el sector tecnológico. La Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos anunció que los teléfonos inteligentes, los ordenadores y determinados productos electrónicos de consumo quedarían exentos de los nuevos aranceles, ya que la mayoría de estos bienes son importados por empresas estadounidenses desde China.
Esta exención se consideró una retirada táctica de Trump de un endurecimiento más amplio, ya que los analistas señalaron que la exención de los productos electrónicos y las insinuaciones de la Casa Blanca de una posible relajación de los aranceles sobre los automóviles proporcionaron cierto alivio a los activos de riesgo como el petróleo y las acciones.
Por otra parte, Trump sugirió el mismo día que podría reconsiderar el arancel del 25% sobre las importaciones de automóviles y piezas de automóviles procedentes de Canadá, México y otros países, en un intento de tranquilizar a los aliados de Estados Unidos en el marco del acuerdo USMCA y evitar abrir un nuevo frente en la guerra comercial.
A pesar de esta relajación parcial, la Casa Blanca confirmó la continuación de los aranceles del 25% sobre determinadas mercancías procedentes de Canadá y México no incluidas en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, así como un arancel del 10% sobre todas las demás importaciones mundiales. Esta política comercial fluctuante llevó a la OPEP a reducir su previsión de crecimiento de la demanda mundial de petróleo por primera vez desde diciembre, en medio del temor a una desaceleración económica mundial debida a la guerra comercial.
11 de abril de 2025
Nueva respuesta china y escalada en la OMC:
El viernes 11 de abril, China anunció una escalada adicional en sus contramedidas. Pekín elevó los aranceles sobre las importaciones estadounidenses al 125% a partir del sábado 12 de abril, frente al 84% revelado anteriormente.
Esta medida fue una respuesta directa a la subida arancelaria sin precedentes de Trump a China. El gobierno chino declaró que «ignoraría» cualquier futura subida de aranceles estadounidense, señalando su negativa a someterse a nuevas extorsiones.
Además, China presentó una queja formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra los nuevos aranceles estadounidenses, por considerarlos una grave violación de las normas comerciales internacionales. En una enérgica declaración, el Comité de Aranceles Aduaneros del Consejo de Estado chino declaró que la imposición por Estados Unidos de aranceles «anormalmente elevados» a China violaba leyes económicas fundamentales y culpó a Washington de las fuertes perturbaciones de la economía mundial causadas por esta guerra comercial.
Mientras tanto, los mercados mundiales reaccionaron de forma diferente a estos acontecimientos. Tras una fuerte caída a principios de semana, los precios del oro subieron, ya que los inversores acudieron en masa a refugios seguros, mientras que los precios del petróleo empezaron a estabilizarse debido a las exenciones estadounidenses y a la recuperación de las importaciones de crudo por parte de China.
Sin embargo, en general, la sensación de cautela e incertidumbre siguió dominando en los mercados financieros y de divisas, mientras los operadores esperaban los próximos acontecimientos en esta ronda de la disputa comercial.
15 de abril de 2025
Reacciones y advertencias internacionales en el momento álgido de la crisis:
A mediados de abril, la retórica política en torno a la guerra comercial se había intensificado. En Hong Kong, Xia Baolong, director de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao en China, describió los aranceles estadounidenses como «extremadamente groseros y destinados a destruir Hong Kong», sugiriendo que Washington estaba utilizando la guerra comercial como palanca política contra China en cuestiones ajenas al comercio.
En Washington, el Tesoro estadounidense intentó tranquilizar a los mercados subrayando su apertura a un «acuerdo justo» con China si ofrecía concesiones tangibles. Al mismo tiempo, las instituciones internacionales y los expertos económicos empezaron a hacer saltar las alarmas.
JPMorgan, uno de los mayores bancos de inversión, elevó al 60% la probabilidad de una recesión en Estados Unidos y en todo el mundo debido a los aranceles, advirtiendo de que «amenazan con socavar la confianza empresarial y ralentizar el crecimiento mundial». El director general de Goldman Sachs, David Solomon, también advirtió del aumento de la «incertidumbre causada por los nuevos aranceles» y del riesgo de entrar en un nuevo entorno económico trimestral. Indicó riesgos significativos tanto para la economía estadounidense como para la mundial, con la posibilidad de que los mercados sigan siendo «volátiles hasta que surja la claridad.»
Las estimaciones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial sugerían que una escalada continuada podría costar a la economía mundial cientos de miles de millones de dólares y reducir significativamente el crecimiento mundial. Crecía la preocupación por la inflación derivada de los aranceles, ya que unos aranceles más elevados conllevan un aumento de los precios de los bienes para el consumidor final, lo que podría obligar a los bancos centrales a endurecer sus políticas monetarias en un momento inoportuno. En este contexto, Reuters informó de que la oleada de aranceles estadounidenses había llevado los precios al consumo en Asia y Europa a nuevos máximos, mientras que las divisas asiáticas se habían depreciado presionadas por las expectativas de una ralentización de las exportaciones y la inversión.
El impacto de los acontecimientos en los mercados financieros mundiales
Esta escalada de la guerra comercial ha tenido un efecto inmediato y profundo en los mercados financieros mundiales, y sus repercusiones son de especial interés para los operadores e inversores. Los mercados bursátiles se han visto sacudidos desde principios de abril con cada nuevo acontecimiento:
Mercados bursátiles
Los índices estadounidenses y europeos sufrieron pérdidas significativas en los primeros días del conflicto. El Índice S&P 500 cayó más de un 4% durante la primera semana de abril, mientras que el Índice MSCI de Mercados Emergentes entró en una oleada vendedora, perdiendo todas sus ganancias del año.
Según estimaciones de la CNBC, más de 5,4 billones de dólares se esfumaron del valor de las acciones mundiales en sólo dos sesiones, impulsadas por el pánico causado por los aranceles.
Los valores industriales y tecnológicos se vieron especialmente afectados. Por ejemplo, los fabricantes europeos de automóviles se enfrentaron a la presión vendedora tras ser objeto de un arancel estadounidense del 25%, mientras que las empresas asiáticas de electrónica vieron caer sus cotizaciones bursátiles debido a la preocupación por la cadena de suministro.
Por otra parte, los mercados se tomaron un respiro después de que Estados Unidos anunciara exenciones arancelarias para teléfonos y ordenadores, lo que provocó un repunte de las acciones tecnológicas y una recuperación parcial de los índices estadounidenses. Incluso Apple, el gigante tecnológico, vio subir sus acciones tras las exenciones arancelarias. Sin embargo, la volatilidad siguió siendo dominante. Los expertos de Goldman Sachs describieron la situación como una en la que los mercados seguirían siendo volátiles hasta que se aclare el resultado de las negociaciones o cesen las decisiones contradictorias.
De hecho, vimos fluctuar el índice Dow Jones en cientos de puntos, subiendo y bajando en pocos días en función de las noticias, lo que convirtió la gestión del riesgo en un reto diario para los operadores.
Mercados de materias primas y metales
Los inversores se decantaron claramente por activos refugio ante la incertidumbre.
El oro recuperó su brillo con fuerza, estabilizándose cerca de sus niveles más altos registrados a mediados de abril. El precio de la onza se situó en torno a los 3.211 $, tras tocar brevemente un máximo por encima de los 3.245 $ el 14 de abril.
Este nivel significa que el oro subió más de un 20% desde principios de año, impulsado por la intensificación de la guerra comercial, que mermó las perspectivas de crecimiento mundial y debilitó la confianza incluso en algunos activos estadounidenses tradicionalmente seguros.
Por otra parte, los precios del crudo se vieron afectados por factores contradictorios. El temor a una desaceleración económica mundial presionó a la baja los precios, mientras que algunos factores positivos temporales contribuyeron a sostenerlos.
El 15 de abril, los precios del crudo Brent y del West Texas Intermediate (WTI ) subieron ligeramente (~0,2%), alcanzando los 65 $ y los 61,7 $ por barril, respectivamente. Esto se vio favorecido por dos factores: Las exenciones de Trump a algunos productos electrónicos de los aranceles, que renovaron las esperanzas de evitar un golpe a la demanda mundial de energía, y un aumento del 5% de las importaciones de petróleo de China en marzo sobre una base anual, en previsión de una disminución de los suministros iraníes.
Con el anuncio de la intención de EE.UU. de conceder exenciones de los aranceles a la importación de productos electrónicos y reducir los aranceles a los automóviles, el mercado del petróleo sintió cierto alivio, ya que esto indicaba una posible relajación de la guerra comercial, lo que podría reducir el riesgo de caída de la demanda de combustible.
Sin embargo, la organización de la OPEP, en una medida de precaución, rebajó su previsión de crecimiento de la demanda mundial de petróleo por primera vez desde finales del año pasado, debido a la incertidumbre creada por las fluctuantes políticas comerciales de Estados Unidos.
También cabe señalar que los precios de los metales industriales, como el cobre y el aluminio, bajaron a principios de abril debido a las expectativas de daños a la actividad industrial mundial, antes de recuperarse parcialmente al surgir conversaciones sobre posibles negociaciones entre Washington y Bruselas. En general, los operadores de materias primas se encontraron ante una situación compleja: una guerra comercial que frena la demanda mundial, por un lado, y acciones y expectativas que aumentan las esperanzas, por otro.
Mercado de divisas
Los tipos de cambio mundiales estuvieron marcados por claras fluctuaciones a medida que cambiaba el apetito por el riesgo.
Las divisas refugio, como el yen japonés y el franco suizo, subieron bruscamente a principios de abril, ya que los inversores se precipitaron hacia la seguridad, mientras que las divisas de los mercados emergentes se enfrentaron a la presión vendedora ante el temor a la salida de capitales.
El dólar estadounidense cayó por debajo del nivel de 100 en su índice principal (DXY) a mediados de mes, influido por las expectativas de que los aranceles podrían ralentizar la economía estadounidense y, potencialmente, inducir a la Reserva Federal a suavizar su política monetaria.
Por el contrario, el yuan chino cayó a su nivel más bajo en seis meses, reflejando los esfuerzos de los mercados de divisas por contrarrestar el impacto de los aranceles devaluando la moneda china, una medida que podría aliviar en cierta medida la carga de los aranceles sobre las exportaciones chinas.
El euro y la libra ester lina también experimentaron volatilidad, presionados por la preocupación de que las exportaciones europeas se vieran afectadas por los aranceles de Trump. Sin embargo, recibieron un apoyo relativo, ya que la Unión Europea mostró unidad en las negociaciones y unos datos europeos mejores de lo esperado ayudaron a reducir temporalmente los temores.
David Solomon, Consejero Delegado de Goldman Sachs, mencionó que hay una «actividad masiva en el mercado de divisas en estos momentos», ya que los inversores se centran en los movimientos del dólar estadounidense y en la fluctuante situación.
Esta actividad ha creado tanto oportunidades como riesgos para los operadores de divisas. La fuerte volatilidad significa la posibilidad de obtener importantes beneficios para quienes gestionen bien el momento y los riesgos, pero también conlleva grandes riesgos de pérdidas sustanciales si los acontecimientos se invierten repentinamente.
Conclusión
En general, la guerra comercial se reflejó rápidamente en el estado de ánimo de los mercados mundiales: la incertidumbre alcanzó niveles inusitados y las fluctuaciones diarias de los precios de los activos bastaron para confundir incluso a los inversores experimentados. Los operadores han seguido de cerca cada declaración o movimiento de Washington, Pekín y Bruselas, ya que las noticias políticas pueden convertirse instantáneamente en movimientos de precios en las plataformas financieras.
Los inversores esperan ahora señales de progreso en las negociaciones entre EE.UU. y los países a los que se suspendieron los aranceles durante 90 días, ya que cualquier indicio de acuerdo se traduciría inmediatamente en un alivio de los mercados y un mayor apetito por el riesgo.
Análisis económico y motivaciones de las políticas
La reciente escalada de la guerra comercial puede explicarse por varias motivaciones económicas y políticas de las distintas partes implicadas:
Motivaciones de EEUU
La administración Trump adoptó una postura agresiva en materia de comercio, impulsada por varias consideraciones. La primera de ellas era reducir el déficit comercial crónico de Estados Unidos con países como China, Alemania y México. Trump cree que la imposición de aranceles fomentará la deslocalización de industrias de vuelta a Estados Unidos y reducirá la importación de productos baratos.
En segundo lugar, hay demandas relacionadas con la propiedad intelectual y la transferencia forzosa de tecnología. Washington presiona a Pekín para que modifique prácticas que considera injustas para las empresas estadounidenses, como obligarlas a transferir tecnología a socios chinos.
En tercer lugar, las razones geopolíticas y de seguridad han entrado en la ecuación comercial. La administración Trump ha vinculado públicamente los aranceles a cuestiones no comerciales. Por ejemplo, la imposición de un arancel adicional del 20% a China se justificó como respuesta al papel de Pekín en la crisis de la droga en Estados Unidos (el asunto del fentanilo). Washington también insinuó que la postura de China en cuestiones como Hong Kong y Taiwán podría formar parte de la presión comercial más amplia.
Además, Trump trata de renegociar los acuerdos comerciales internacionales (como la sustitución del TLCAN por el USMCA) para garantizar unas condiciones que considera más justas para EE.UU. Naturalmente, los responsables políticos de la Casa Blanca son conscientes de los costes internos de estos aranceles, ya que en la práctica sirven como impuestos a los consumidores estadounidenses al elevar los precios de muchos productos. Sin embargo, la apuesta de la administración era que el dolor experimentado por los socios comerciales superaría el dolor sentido en EEUU, obligándoles finalmente a hacer concesiones sustanciales.
El Consejero Delegado de Goldman Sachs ha elogiado la atención prestada por la administración a la eliminación de las barreras comerciales y a la mejora de la competitividad de Estados Unidos, aunque ha advertido de los riesgos de este planteamiento. Esto refleja la división de opiniones en el mundo empresarial estadounidense: algunos ven la necesidad de mantenerse firmes contra las «prácticas comerciales injustas» que se han aplicado durante décadas, mientras que otros advierten de que esta apuesta arancelaria podría resultar contraproducente, debilitando el crecimiento, aumentando la inflación y empujando a la economía a una recesión.
Motivaciones de China
China ha adoptado una postura firme en respuesta a las presiones estadounidenses, basada en consideraciones tanto económicas como de soberanía.
Desde una perspectiva económica, Pekín desea proteger su modelo de crecimiento basado en las exportaciones. Una respuesta comedida podría interpretarse como debilidad, lo que podría animar a Washington a plantear más exigencias. Además, China dispone de herramientas limitadas para contrarrestar el impacto de los aranceles (como devaluar el yuan o apoyar a los exportadores), por lo que ha optado por una respuesta contundente para disuadir a Estados Unidos de continuar su escalada.
Además, China trata de ganar tiempo para encontrar mercados y proveedores alternativos mientras ajusta sus cadenas de suministro a la nueva situación.
Desde el punto de vista de la soberanía, los dirigentes chinos ven las acciones de Washington como un intento de contener su ascenso e interrumpir su ascensión para convertirse en una potencia tecnológica mundial (especialmente con las investigaciones estadounidenses sobre las importaciones de semiconductores y productos farmacéuticos encaminadas a imponer nuevos aranceles). La dignidad nacional también desempeña un papel importante; los funcionarios chinos han dejado claro que su pueblo «no causa problemas, pero no los teme», y que la presión y la coacción no son la forma correcta de tratar con China.
China también entiende que la propia economía estadounidense sufrirá las consecuencias de la guerra comercial, por lo que puede apostar por su paciencia estratégica y por la presión interna dentro de Estados Unidos (del sector empresarial o de los consumidores) para frenar a Trump. Por tanto, el objetivo de China es evitar hacer concesiones significativas bajo presión directa y esperar a unas condiciones de negociación más equilibradas, ya sea mediante conversaciones bilaterales o en marcos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC).
China ha acusado abiertamente a Estados Unidos de intentar «coaccionarle» económicamente, calificando la estrategia de Trump de «broma de mal gusto», dando a entender su ineficacia frente a una economía masiva y diversificada como la china.
Posiciones de la Unión Europea, Rusia y otros países
Para Europa, las principales motivaciones son la protección de sus intereses industriales y el libre comercio. A los europeos les disgusta que se les incluya en el mismo grupo de objetivos que China, sobre todo porque comparten muchas de las críticas de Washington a las prácticas chinas.
Así, Bruselas intenta mantener el equilibrio entre la desescalada y la firmeza: ofreció un acuerdo de «arancel cero» con Estados Unidos en un intento de desactivar la crisis, pero, al mismo tiempo, preparó una lista de contramedidas valoradas en casi 26.000 millones de euros para atacar las importaciones estadounidenses si fuera necesario.
Europa reconoce que una escalada comercial global con EEUU perjudicará significativamente a ambas partes (especialmente a las grandes industrias europeas, como el sector automovilístico alemán), por lo que prefirió un enfoque de «negociador primero». Al mostrarse dispuesta a eliminar las barreras no arancelarias (como determinadas medidas reguladoras), Europa envía una señal a Trump de que hay formas de abordar sus preocupaciones comerciales sin entrar en una guerra comercial.
En cambio, Peter Navarro, asesor comercial de la Casa Blanca, intentó complicar las cosas insistiendo en que la propia Europa debe eliminar su impuesto sobre el valor añadido del 19% y rebajar las normas de seguridad alimentaria, entre otras exigencias, si quiere reducir los aranceles estadounidenses, lo que crea condiciones difíciles para alcanzar un acuerdo global.
En cuanto a Rusia, aunque está menos directamente implicada (debido a las sanciones occidentales existentes y a la disminución de su comercio con EEUU), se beneficia estratégicamente de la disputa entre EEUU y China, ya que desvía la atención de Washington y Pekín. Moscú ha apoyado abiertamente la postura de Pekín contra la «hegemonía estadounidense» en el sistema comercial mundial, considerando la creciente alianza China-Rusia como una oportunidad para construir un bloque económico que haga frente a las presiones occidentales.
Además, Rusia puede beneficiarse de la búsqueda de proveedores alternativos por parte de China (por ejemplo, aumentando las compras de energía y productos agrícolas a Rusia para compensar las importaciones estadounidenses). Sin embargo, Moscú se ha visto afectado indirectamente por el descenso de los precios del petróleo y su volatilidad debido a las expectativas de una ralentización del crecimiento mundial.
Otros países asiáticos, como India, Brasil y el Sudeste Asiático, intentan aprovechar las oportunidades y evitar los perjuicios simultáneamente. India -como ya se ha mencionado- ha optado por un enfoque negociador para mejorar su acuerdo comercial con EEUU (como reducir los aranceles sobre determinados productos estadounidenses a cambio de exenciones), y puede beneficiarse de la tensión entre Washington y Pekín atrayendo algunas inversiones o aumentando sus exportaciones agrícolas a China.
Países como Vietnam y Taiwán pueden experimentar cambios en las cadenas de suministro a medida que las empresas multinacionales busquen alternativas a China para evitar los aranceles, lo que podría beneficiarles a largo plazo. Sin embargo, también corren el riesgo a corto plazo de que se reduzca la demanda mundial y se interrumpa el comercio.
En general, las economías no implicadas directamente en el conflicto intentan mantenerse relativamente neutrales y aprovechar cualquier desviación comercial a su favor, al tiempo que advierten de que podrían tener que actuar si se ven perjudicadas.
Fitch Ratings ha señalado que el aumento de los aranceles estadounidenses amenaza la calificación crediticia de muchos países de Asia-Pacífico debido a su gran exposición, aunque los aranceles del 10% aplicados a la mayoría de los países eran menos graves que los peores escenarios previstos anteriormente por la agencia.
Impactos macroeconómicos previstos
La mayoría de los expertos coinciden en que una escalada continuada sin resolución tendrá un impacto negativo en el crecimiento económico mundial. Unos aranceles elevados suponen un aumento de los costes de producción para las empresas (las que importan materias primas o piezas), lo que puede llevarlas a subir los precios de los productos finales, reducir los márgenes de beneficio o incluso retrasar los planes de inversión.
Esta situación socava la confianza empresarial mundial, como señala JPMorgan, y hace que los ejecutivos sean más cautelosos a la hora de contratar y expandirse. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido de que estas grandes tensiones comerciales podrían provocar fuertes correcciones en los mercados bursátiles mundiales y fluctuaciones monetarias volátiles si no se resuelven.
A medida que aumenta la incertidumbre, los hogares suelen retrasar las compras importantes, y las empresas frenan los gastos de capital, debilitando la demanda global. De hecho, importantes bancos de inversión como Goldman Sachs y Bank of America han elevado sus previsiones sobre la posibilidad de una recesión el año que viene.
Los modelos económicos muestran que sólo la guerra comercial entre EEUU y China podría reducir el crecimiento económico mundial entre 0,5 y 0,8 puntos porcentuales en dos años, debido a la disminución de los volúmenes de comercio e inversión. También provoca una redistribución ineficaz de los recursos, ya que las empresas se ven obligadas a reorganizar las cadenas de suministro con costes elevados, y algunas industrias pueden deslocalizarse de lugares de bajo coste a otros de coste más elevado pero menos arriesgados políticamente, lo que se traduce en un aumento de los precios mundiales de las materias primas.
Por supuesto, el consumidor final pagará parte del precio: los aranceles son esencialmente un impuesto indirecto, por lo que se espera que aumenten las tasas de inflación, especialmente en Estados Unidos (donde muchos bienes de consumo se importan de China). Los informes económicos han indicado que los recientes aranceles de Trump amenazan con disparar la inflación y empujar a la economía mundial hacia el borde de una recesión, a menos que se aborden mediante acuerdos.
Por otra parte, hay quien sostiene que la presión comercial puede conducir a largo plazo a un sistema comercial más equilibrado si se alcanzan nuevos acuerdos. Por ejemplo, China podría abrir más sus mercados financieros y agrícolas a los inversores y exportadores estadounidenses para aplacar la ira de Washington, y las principales naciones industriales podrían acordar reformar la Organización Mundial del Comercio y abordar cuestiones relacionadas con las subvenciones industriales y la transferencia forzosa de tecnología. Sin embargo, estos posibles resultados positivos siguen siendo inciertos y están plagados de complejidades políticas.
Advertencias y expectativas de futuro
A la luz de estos acontecimientos, se han emitido serias advertencias y predicciones diversas sobre el futuro próximo de la guerra comercial mundial:
Advertencias de expertos e instituciones internacionales
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió en su último informe de que la continuación de la actual escalada comercial supone un «riesgo significativo» para la economía mundial y podría desembocar en un escenario de recesión global si se erosiona la confianza y se reduce la inversión. La Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva, confirmó que las consecuencias directas de esta guerra comercial serían un aumento de la inflación, un descenso del crecimiento económico y, posiblemente, una recesión si no se aborda.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) también expresó una gran preocupación. La Directora General de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, declaró que las recientes medidas estadounidenses podrían socavar el sistema multilateral de comercio y animar a otros países a adoptar políticas similares, amenazando con desmantelar las normas que han regido el comercio mundial durante décadas.
Además del FMI y la OMC, los principales bancos de inversión han aumentado la probabilidad de recesión (JPMorgan 60%, Goldman Sachs 45%) y han empezado a esbozar escenarios difíciles para los mercados:
HSBC describió la previsión de crecimiento de China en 2025 como la «más sombría», mientras que Fitch advirtió de posibles rebajas de la calificación crediticia de varios países si persisten las tensiones y se produce una expansión financiera o un descenso significativo de las exportaciones.
Estas instituciones temen un círculo vicioso: Aranceles → Aumento de los precios → Disminución de la demanda → Ralentización económica → Inestabilidad financiera → Más medidas proteccionistas como respuesta política.
Por ello, se han hecho claros llamamientos para evitar este ciclo: La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) instó a todas las partes, mediante una declaración especial, a actuar con moderación y volver a la mesa de negociaciones, ya que el único beneficiario de una guerra comercial prolongada «no será nadie».
Predicciones futuras para la senda de la guerra comercial
A corto plazo (3-6 meses), los analistas predicen que la situación seguirá siendo tensa, con la posibilidad de negociaciones parciales. Estados Unidos y sus aliados (UE, Japón, Canadá, México, etc.) disponen de un plazo de 90 días (hasta principios de julio de 2025) para alcanzar acuerdos comerciales que eviten la reactivación de los aranceles suspendidos.
Existe un cauto optimismo de que en este periodo puedan producirse concesiones mutuas: Por ejemplo, Washington podría aplazar indefinidamente los aranceles del 10% a Europa si ésta acepta reducir algunas barreras normativas y aumentar las importaciones de energía estadounidense.
También se espera que continúen las conversaciones entre Estados Unidos e India, con el objetivo de lograr un avance antes de la visita prevista del primer ministro Modi a Washington en otoño, en busca de un minitratado comercial para resolver la disputa sobre los aranceles del 26%.
Por otra parte, el camino entre Estados Unidos y China parece más complicado. A mediados de abril, no había indicios de que se reanudaran las negociaciones de alto nivel entre ambos; de hecho, la encendida retórica de ambas partes sólo refuerza la impresión de que la división se ha acentuado.
Sin embargo, no se descarta un repentino avance diplomático, tal vez a través de la mediación de terceros o de una reunión imprevista entre el presidente Trump y el presidente chino Xi Jinping durante una cumbre internacional, especialmente si las pérdidas económicas empiezan a mostrarse claramente en la economía de cualquiera de los dos países.
Posibles escenarios de desescalada
Un posible escenario de desescalada es que Washington y Pekín acuerden un nuevo alto el fuego que restablezca los aranceles a los niveles anteriores a abril, a cambio de que China se comprometa a un aumento significativo de las importaciones de bienes estadounidenses (como la energía y la agricultura) durante 2025-2026, con otras reformas estructurales que se discutirán más adelante. Este escenario está respaldado por el deseo urgente de estabilidad en los mercados, pero requiere una voluntad política flexible que puede no estar fácilmente disponible en el actual entorno polarizado.
Posibilidades de una nueva escalada
Si fracasan los esfuerzos diplomáticos, podríamos asistir a una nueva escalada una vez finalizado el periodo de 90 días. Estados Unidos ha amenazado con imponer aranceles a las importaciones de semiconductores y medicamentos, sectores muy sensibles para el comercio mundial.
El esperado anuncio de Trump de una nueva tasa arancelaria sobre los semiconductores importados en la última semana de abril podría desencadenar un enfrentamiento tecnológico más amplio.
China, por su parte, dispone de armas no tradicionales a las que podría recurrir si la guerra continúa, incluida la restricción de las exportaciones de minerales raros vitales para las industrias estadounidenses (algo que ha empezado a insinuar) o incluso una mayor devaluación del yuan para compensar los efectos de los aranceles, aunque esto podría provocar una mayor ira estadounidense.
Además, Pekín puede estrechar el cerco sobre las operaciones de las empresas multinacionales estadounidenses que operan en China como forma de presión (mediante retrasos normativos o campañas informales de boicot).
En otro frente, los factores políticos internos también podrían alimentar la escalada: A medida que Estados Unidos se adentra en el ciclo de elecciones presidenciales de 2026, Trump puede considerar el endurecimiento de las posturas comerciales como un medio de aglutinar a su base electoral bajo la bandera de la protección de los trabajadores estadounidenses. Del mismo modo, es poco probable que los dirigentes chinos muestren debilidad ante su pueblo o sus vecinos.
En general, la fase actual se caracteriza por un alto grado de incertidumbre. Los expertos aconsejan a los inversores y operadores que sean prudentes y se protejan contra la volatilidad, ya que las noticias políticas se han convertido en el principal motor de los mercados a corto plazo.
Además, la planificación empresarial se ha convertido en un reto, ya que las decisiones de inversión dependen del resultado de estas batallas arancelarias. Sin embargo, existe la esperanza de que las claras consecuencias negativas empujen a todas las partes hacia el compromiso. Dada la nueva realidad – «todo el mundo está perdiendo», como la describió Bloomberg-, el pragmatismo económico puede acabar superando la retórica de línea dura. Hasta entonces, la guerra comercial mundial seguirá siendo la mayor fuente de inestabilidad, y los creadores de mercado observarán atentamente si las próximas semanas traerán un avance negociado que ponga fin a la escalada o si nos dirigimos hacia una fase más intensa de esta confrontación sin precedentes.